Emozioa mozten duen mukizapia (gazteleraz)
Recuerdo casi como si fuera ayer, el día en el que mi padre estaba hospitalizado en Vitoria. En aquel entonces yo tenía 20 años y sabía que el cáncer que le habían detectado hacía un año en la lengua había reaparecido. Cuando fuimos a verle estuve cara a cara con él y no se atrevió a darme el diagnóstico, me dijo que hablara con la doctora. Así que fui decidido y la doctora me dijo que el diagnóstico era metástasis y que le quedaban entre 6 meses y 2 años de vida, en función de si pasaba por un proceso de radioterapia-quimioterapia o no. Aguanté como pude la emoción, volví a la habitación de mi padre, le dije lo que me había dicho y él no pudo-supo decirme nada. Salí triste-enfadado de su habitación y fui a la sala de espera y empecé a llorar… la sensación fue que estuve llorando 30 minutos sin parar, pero lo mismo fueron 7 minutos, no lo sé ni importa. El caso es que di lugar a expresar la emoción ante la noticia de la futura muerte de mi padre.
El próximo día me crucé con un médico a la salida del hospital y me preguntó si estaba bien, ya que el día anterior una enfermera me había visto llorar desconsolado sin parar (como si no fuera algo normal). Me sorprendió que el ver a un joven llorar tan desconsoladamente por la futura muerte de su padre se viviera con rareza. Para mí fue lo normal (y a día de hoy con más conocimiento puedo decir, que llorar está bien, que llorar mucho también, y que llorar sin parar también). Cuando algo doloroso nos ocurre, lo más sano es conectar con la emoción de lo que ha ocurrido, para vivir el dolor, atravesarlo (expresando la emoción) y así poder aceptarlo poco a poco. Si no lo haces así, lo guardarás dentro de ti (tanto emocional como corporalmente) para el resto de tu vida, y créeme si te digo que no es la mejor compañía para una vida saludable.
Pasados unos 8-9 años finalmente fui a terapia y empecé a aprender a observarme y a observar a lxs demás con más conciencia de lo que venía haciendo ya.
Nada nuevo os voy a descubrir si os digo que la tristeza y el llorar no es algo normalizado en la sociedad. Y a veces pensamos que es algo que se aprende ya de mayor, que lxs niñxs lloran con total tranquilidad, que es algo que está normalizado hasta la juventud-adultez, pero que va! Si observáis un poco a vuestro alrededor, familias con niñxs pequeñxs, en los parques, en un autobús, … en general, y en el mejor de los casos, podréis ver cómo cuando algunx llora la intervención del familiar normalmente suele ser, tranquilizarlx y limpiarle las lágrimas y los mocos. Algunas veces incluso se atiende más para quitarle los mocos y secarle las lágrimas que para acompañarlo en la emoción que esté viviendo. Tú harás lo que quieras-creas, pero yo te diría que lo mejor que puedes hacer con tu hijx es acompañarlo (con abrazos, caricias, tranquilidad, … y después las palabras) y olvidarte de las lágrimas y los mocos. Ya que si la atención la desviamos de la emoción hacia las lágrimas y los mocos, estaremos transmitiendo a nuestrx hijx de manera inconsciente que casi es más importante secarle las lágrimas y quitarle los mocos que atender y acompañar su emoción.
Y así llego al día de hoy, donde en estos últimos 7-8 años después de haber pasado por bastantes grupos terapéuticos, esto que de pequeñxs aprendimos se sigue haciendo de la misma manera:
Cada vez que en terapia de grupo, formación, taller, … alguien toca con la emoción y sale la primera lágrima, el resto acude en su ayuda lanzando-acercando pañuelos de papel para que así aquello no sea un mar de lágrimas. Y algunas veces, esas lágrimas paran de salir después de que la persona que estaba conectando con su emoción haya podido cortarla cogiendo un pañuelo para atender así “esas lágrimas tan importantes que no debían mojar su cara”.
Dejad que las personas toquen la emoción y la expresen sin ningún corte externo, ya bastante nos cortamos nosotrxs la emoción para que un pañuelo de papel haga esa labor tan sutil pero realmente innecesaria. Acercar ese pañuelo cuando la persona lo pida (si es para que ella misma se corte la emoción, el/la terapeuta podrá así apuntarlo). Si le cuesta pedir y veis que se le están cayendo los mocos y que no puede respirar, podéis acercarlo con sutileza de manera que la emoción no se corte bruscamente, por lo demás, las lágrimas solo mojan.
A veces pensamos que acercar un pañuelo es cuidar a la persona que está llorando y creemos que lo estamos haciendo desde ahí, pero puede ser que la persona no lo haya pedido y sea simplemente nuestra interpretación.
Acompaña con amor y ya.